Cuando a nuestro hijo John le diagnosticaron autismo en 1988, nos sentimos abrumados, devastados y solos. Llamamos a la Sociedad de Autismo para pedir información y apoyo e inmediatamente nos pusimos en contacto con otras familias de nuestra zona que vivían con lo que entonces era un trastorno poco conocido. Cuando nos mudamos a Austin en 1995, nos unimos de inmediato a la filial de la Sociedad de Autismo porque sabíamos lo crucial que era tener una red de apoyo. Ahora que John tiene 28 años, sabemos mucho sobre el autismo, pero seguimos dependiendo de la Sociedad de Autismo para obtener la información más actualizada sobre los recursos locales y las mejores prácticas. Nuestros amigos de la Sociedad de Autismo han estado y seguirán estando con nosotros en todo momento.
